Todo el mundo ama a los animales hasta que dejan de hacerlo.

todo el mundo ama a los animalesYa pasaron las Navidades, las interminables comidas, cenas y reuniones y esas largas sobremesas. Durante este tiempo he podido observar algo muy curioso en mi entorno cada vez que nos sentábamos a comer y es que realmente, la gente ama a los animales. Pero no saben cuándo dejan de hacerlo de manera inconsciente.

No puedo con el maltrato animal. El otro día vi en el telediario cómo un hombre mataba a sus perros de caza y me puse enferma.

Decía Marta mientras cogía de la mesa una loncha de jamón serrano.

En ese momento me encantaría levantarme y decirles a todos los comensales que eso que están comiendo también es maltrato animal. Y que si supieran cómo llega una loncha de jamón serrano a la mesa, dejarían de comerlo inmediatamente. Pero pecaría de «radical», de «intolerante» y le haría un flaco favor al veganismo y a los animales. El ejemplo de cada uno y los actos de cada día suponen la mejor lección y muestra de ayuda hacia un planeta que necesita desesperadamente un cambio.

La conciencia anestesiada que nos ha ido invadiendo prácticamente desde que nacemos ha hecho que una parte importante de nosotros haya desconectado del resto de los seres vivos del planeta. La falta de empatía sumada al especismo (discriminación de un individuo en función a su especie) ha conseguido que vivamos ajenos a todo lo que la industria alimentaria esconde.

Posiblemente Marta, si hubiese visto en el telediario cómo vivió, cómo murió y el horrible proceso por el que tuvo que pasar el cerdo que ahora se está comiendo, hubiese puesto el grito en el cielo. Pero siempre pensamos que «aquí» eso no pasa. Que los animales que comemos han tenido una vida digna y que murieron porque es ley de vida.

Yo amo a los animales. No podría vivir sin mi gatito.

Me decía Javier mientras partía un chuletón poco hecho, lleno de sangre y grasiento.

Posiblemente Javier no sepa que ese chuletón era una parte del cuerpo de una vaca que obviamente no quiso morir. Que fue maltratada y torturada hasta hacerla un producto cárnico, visible, aceptado y normalizado por la sociedad. Nadie en su sano juicio le hincaría el diente a una vaca que pasta en un bonito prado. ¿O sí?

En ese momento respiro hondo, miro a Javier con ojos compasivos y le digo «Sí Javier, amas a los animales pero a veces lo olvidas». Y no le culpo. Porque el sistema se ha encargado de hacerlo tan bien, tan jodidamente bien, que han encarcelado nuestras decisiones de compra a un marketing austero, mentiroso, manipulador y enfermizo. Y lo peor es que nos lo hemos creído durante años.

Todo depende de ti

todo depende de ti
Imagen: Elena Shumilova

Todo, absolutamente todo. Hasta el amor que sientes hacia los animales depende de ti. Depende de ti hacerlo verdad o mentira. Depende de ti hacer ejemplo de tus actos y sentimientos. Depende de ti salvar miles de vidas al año o seguir comiéndolos como si no te importase. Porque si te pone enfermo ver cómo apalean o abandonan a un perro, infórmate de lo que le hacen a la vaca, al cerdo, al pez que te sirves en la mesa para comer. Qué pasa por consumir huevos o leche de origen animal. Es más terrible y preocupante de lo que parece.

Si supiéramos del poder de nuestras decisiones seríamos más felices. ¿Sabes la importancia que tienen nuestros hábitos de consumo a cualquier escala? Tenemos más poder del que creemos. Un simple gesto cuando vamos al supermercado, un carro que difiere del otro por su contenido y un cuerpo donde albergue más alimentos de origen vegetal que productos de origen animal, harían de este mundo un lugar mejor para todos.

Solo tienes que informarte, solo tienes que tomar conciencia.

Si amas a los animales, ámalos de verdad.

Y siempre.

En cualquier contexto.